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miércoles, 28 de septiembre de 2011

"Hay que estar muy atento a los guiños del destino"

Me echaron del banco y lo que creía que era una desgracia ha sido lo mejor que me ha pasado: con 24 años encontré mi vocación.

Triunfó muy rápidamente.
Me enfrenté a algo que me quedaba muy grande, pero me ayudó la osadía y la inconsciencia de los 20 años. Me trasladé a México para desarrollar con Disney la rama teatral para América Latina.

¿Pero cómo fue a parar ahí?
Por las mañanas trabajaba en el banco, por las tardes iba a la facultad y por las noches trabajaba gratis en una radio.

Currante.
El propietario de la radio, un productor de música emblemático, trajo a los Rolling Stones y me pidió que le asesorara con el contrato. Luego se asoció con Disney y me ofreció irme a México.

Y se fue.
No sólo había que buscar financiación, manejar presupuestos millonarios y montar un espectáculo; aquello se convirtió en negocio inmobiliario: había que remodelar teatros.

Atrevida.
Con 25 años estaba en Nueva York trabajando con la gente más experimentada del mundo, pero si ahora pienso en cómo me vestía, es obvio que mi inseguridad era tremenda.

¿Cómo se vestía?
Me disfrazaba como si tuviera 50 años. Pero no me faltó coraje y visión. Cuando en 1999 vine a España también tuve que empezar de cero y controlar todas las patas del negocio.

¿Y al menor coste posible?
En este caso "la de los números" pensaba en el servicio, la diferenciación y en la calidad para que después esos números sí se produjeran. Muy poca gente creyó en que los musicales funcionarían en España.

¿Qué aprendió en México?
Había hombres que no querían hablar conmigo de negocios o números. Creían que por ser mujer no era capaz.

Cretinos.
Eso me hizo muy fuerte. Volví a Argentina con 27 años, me compré mi casa, hice un máster y dije: "Aquí me quedo". Cuando me ofrecieron venir a España mi primera reacción fue: "¡Ni hablar!".

Es duro estar sola.
Recuerdo mi primer cumpleaños en Madrid: cuando me llamó mi madre puse música para que pensara que lo estaba celebrando con amigos. Y tuve malas experiencias.

¿De qué tipo?
Por el hecho de ser mujer los mexicanos no se animaron a dejarme de directora general en España y me impusieron una persona ajena al negocio que me hizo muchísimo daño.

¿Sufrió acoso laboral?
Sí. Acabe en un hospital con ataques de ansiedad y me rendí. Entonces todo el equipo dijo: "Si tú te vas, nos vamos todos". Así aprendí a no rendirme. Luego, en el 2003, la productora cambió de manos, ¡qué descanso! Ahora es holandesa y líder en Europa.

¿Usted es la responsable de que hayamos visto La bella y la bestia, Cabaret, El fantasma de la ópera, Mamma mia..?
Sí, son ya 20 títulos en España, readaptamos el musical con actores locales. Nos mantiene sólo la taquilla. Hemos convertido los musicales en motor turístico.

¿Y todo eso es cosa suya?
Basta con estar atenta a lo que pasa en otros lugares. En Nueva York, cuando se caen las Torres Gemelas y el turismo baja en picado Giuliani en su discurso dice: "La buena noticia es que ahora podréis conseguir entradas para ver The producers", el musical que había ganado doce premios Tony.

¿Qué ventajas y desventajas ha tenido en el mundo de los negocios ser guapa?
Hubo mucha gente que se equivocó conmigo y por supuesto todos creyeron que me tiraba al jefe.

Ese menosprecio duele.
Sí. He vivido cosas duras de tragar, pero siempre he dedicado mi energía a seguir para adelante confiando en que la vida ya hará justicia.

¿Es usted muy ambiciosa?
Encontré mi pasión y le dediqué todo mi tiempo, consciente de que sólo el 2% de las personas trabajan en lo que les gusta.

¿Cree en el destino?
Sí, jamás imaginé que acabaría en esto. A raíz de hacer anuncios para la tele me llaman para colaborar en radio y hablar de economía cotidiana. El resto ya lo conoce.

¿Por qué hacía anuncios?
De nuevo casualidad. Yo jugaba a hockey hierba y buscaban una jugadora para un anuncio, fueron por distintos clubs y me eligieron a mí. Aquel dinero extra me fue estupendo, así que me apunté a la agencia. Para hacerlo mejor decidí estudiar interpretación. Un profesor me dijo que no tenía voz para ser actriz y decidí ir a un foniatra.

Es usted un tanque.
Ante una casualidad puedes pasar de largo o aprovecharla. A mí vinieron a buscarme, pero luego me dije: "¿Qué debo hacer para hacerlo mejor?". Hay que estar muy atento a esos guiños del destino, a sus llamadas, estar más conectados con lo que nos pasa, con lo que ocurre a nuestro alrededor y con nosotros mismos.

¿Ese es el secreto del éxito?
Sí, ser auténtico, estar abierto y atento, conectar con tus emociones. Aprender de los errores, escuchar al que más sabe, trabajar duro, rodearte de un buen equipo y contagiarles el entusiasmo; y sentido común.

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