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sábado, 25 de noviembre de 2017

La importancia de la divulgación científica para luchar contra la pseudociencia y los timos

La importancia de la divulgación científica para luchar contra la pseudociencia y los timos

Cada pocos años, un cometa mortal está a punto de impactar contra la Tierra. Es un bulo, claro. La falsa predicción de una pseudociencia, similar al del fin del mundo del calendario maya, del poder curativo de la pirámide, las llamaradas solares que nos devolverán a la prehistoria, ese de la energía del toroide, o el que dice que las sirenas existen y están escondidas en el fondo del océano.
La población mundial nunca ha tenido acceso a tanto volumen de información y, sin embargo, parece difícil evitar que los embaucadores hagan su agosto a costa de la ignorancia generalizada (y de las esperanzas de la gente en un mundo más benévolo y sencillo). ¿Qué es una pseudociencia? ¿Por qué hay que perseguirlas y desmantelarlas? ¿Cómo sé si estoy siendo manipulado?

¿Qué es una pseudociencia?

Etimológicamente, pseudociencia significa «falsa ciencia» y, aunque es precisamente eso, necesitamos definir qué es ciencia:
  1. f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.
Hemos marcado bastantes puntos clave de la definición, pero es porque son importantes:
  • Para que exista conocimiento científico este ha de ser construido sobre observaciones registradas y registrables, en lugar de fuentes no verificadas, bulos, creencias o sospechas.
  • Además se ha de sustentar sobre el razonamiento lógico y la ciencia que le precede, que puede ser cuestionada.
  • El sistema científico debe estar estructurado y seguir una metodología capaz de ser reproducida por alguien que realice observaciones similares.
  • Debe tener un componente predictivo. Es decir, gracias a lo deducido se deben poder extrapolar situaciones verificables en el futuro.
  • Y no, no es necesario llevar bata, así como no es necesario comprender la ciencia a nivel básico para contribuir al conocimiento científico.
Pongamos un ejemplo con el que todos estamos acostumbrados:
  1. Nos damos cuenta de que las piedras, al ser lanzadas hacia arriba, tienden a caer al suelo.
  2. Construimos un experimento en el que lanzamos 10, 100 o 1.000 piedras hacia arriba, todas en condiciones más o menos similares.
  3. Tras apuntar todos los lanzamientos (y su resultado) podemos deducir que las piedras caen al suelo si se arrojan hacia arriba, pero también seremos capaces de predecir que eso seguirá ocurriendo.
  4. Además, otra persona puede volver a realizar el mismo experimento con resultados prácticamente idénticos.
Aunque lo vemos absurdo en nuestro presente, la Ley de Gravitación Universal de Newton se basa en experimentos no muy diferentes y tampoco mucho más complejos. Hemos construido conocimiento.
Una vez que sabemos lo que es la ciencia, ahora ya sabemos lo que es una pseudociencia: algo que no cumple alguno de los puntos que hemos visto hasta ahora. Bien porque sea una mentira para conseguir ventas (es lo más frecuente), porque el proceso no pueda ser revisado, porque no siga un razonamiento lógico para las conclusiones o porque no se pueda repetir el experimento con éxito (revisión por pares).

pseudociencias, medicina tradicional y tecnología

acupuntura es pseudociendia con fines curativos
Es importante hacer una distinción entre lo que es una pseudociencia, las medicinas tradicionales y lo que es el rechazo a la tecnología, ya que a menudo se confunden unos términos con otros en debates más lingüísticos que científicos.
Por ejemplo, es coherente y totalmente válido estar en contra de la transgenia o en contra de determinadas aplicaciones de la genética por motivos éticos o religiosos, pero no científicos y/o médicos, ya que no hay evidencias de que estas técnicas sean perjudiciales para nuestra salud.
Algo similar podríamos ver en las redes de telecomunicaciones que hacen uso de antenas y las comunidades luditas (como los Amish). Estas comunidades no afirman que las antenas provoquen enfermedades (no pueden, sería mentira), pero prefieren vivir alejadas de ese tipo de tecnología. Algo que no tiene por qué ser ni mejor ni peor, sino una forma de vida más que hemos de esforzarnos en respetar aunque no comprendamos sus motivos.
Con respecto a la medicina tradicional, como la acupuntura para tratar casos de dolores musculares, pocos médicos ortodoxos estarán en su contra, a menos que se aplique en un campo que no es el suyo. Por ejemplo, el tratamiento con agujas para la relajación muscular está documentado como terapia médica, pero no ayuda a curar el cáncer, donde supone una pseudociencia. Se puede leer más abajo el (mal) ejemplo que dio Steve Jobs.
Estas pseudociencias son especialmente graves en la medicina, por lo que pondremos el foco en ella a lo largo del artículo.

¿Por qué debemos luchar contra las pseudociencias?

Por desgracia, se ha demostrado que las pseudociencias matan. Aunque lo hacen de modo tan silencioso y modesto que resulta complejo ver sus consecuencias. Pero es tan común que no es difícil encontrar casos de personas que han sufrido daños o han fallecido por basar su tratamiento en pseudociencias. Pongamos algunos.
Hace unos meses vimos cómo un australiano consiguió envenenarse con cianuro (y a punto estuvo de morir) por ingerir 18 mg de extracto de semillas de albaricoque. ¿La razón? Existe el bulo de que este extracto previene el cáncer, y por supuesto no lo hace.
luchar contra la pseudociencia
Una pulsera homeopática estuvo a punto de matar a una bebé de nueve meses en EEUU debido a una intoxicación con plomo. Esta pulsera, que decía tener «hematita magnética», estaba en realidad hecha de plomo. La niña no necesitaba ninguno de los dos minerales, ya que el primero no hace nada y el segundo es tóxico.
Un niño italiano de siete años moría de una otitis tras ser tratado con una solución (solución líquida, no remedio o medicamento) homeopático. Pero no, la homeopatía sigue sin curar. No son casos aislados, todos son de 2017 y de los últimos meses, y van en aumento porque no se pone coto a las pseudociencias.
Un estudio reciente de Skyler Johnson (Yale) alertó de que las medicinas alternativas (sí, es un eufemismo de elecciones peligrosas) aumentaba hasta un 470% el riesgo de muerte en pacientes de cáncer de mama, un 360% el cáncer colorrectal, un 150% el cáncer de pulmón…

Las pseudociencias más creídas y el caso de Steve Jobs

En España, el mismo país en el que un 12% de los españoles piensan que el Sol gira alrededor de la Tierra y un 25% cree que la humanidad convivió con el T-Rex, el 59,8% de las personas confía en que la acupuntura tiene propiedades curativas y el 52,7% en la homeopatía.
Esto no debería ser un problema siempre y cuando las personas que quieran que les claven agujas o beber agua con azúcar recibiesen el tratamiento médico que de verdad necesitan. Sin embargo, no lo hacen porque piensan que estos otros tratamientos (no medicinales) van a ayudarles.
la homeopatía no funciona es agua con azúcar, es una pseudociencia
Es muy conocido el caso de Steve Jobs, una de las personas más ricas del mundo que sufrió una muerte innecesaria debido a un cáncer de páncreas. En su biografía, Jobs admitía que pudo haberse tratado con quimioterapia, radioterapia e incluso con una operación que eliminase su tumor neuroendocrino pero que, en su lugar, optó por la acupuntura, por beber zumos y tomar suplementos dietéticos. Y, claro, murió porque no se estaba tratando el cáncer.
¿Significa que todos los médicos que hacen acupuntura son unos mentirosos? En absoluto, pero sí engañan aquellos que dicen que las agujas librarán a sus pacientes de enfermedades. Si Steve Jobs hubiese tenido dolores de espalda, la acupuntura hubiese sido un tratamiento válido y reconocido para tratar sus músculos (aquí un estudio de cientos que avalan a la acupuntura). Pero lo que tenía era un tumor en el hígado, y las agujas no curan los tumores.

¿Por qué nos atraen tanto las pseudociencias?

Se demuestra una y otra vez que las pseudociencias son una falacia empuñada por embaucadores que buscan un beneficio económico, discursos interesados para vender libros y, sin embargo, estas no dejan de crecer. ¿Por qué? Porque los seres humanos tenemos esperanza.
Esperanza en estar sanos, y en estarlo a bajo coste y con un bajo impacto sobre nuestro cuerpo. Queremos creer, por encima de todo, que no nos vamos a morir, o que no estamos solos en el universo, o que el universo es más fácil y comprensible.
Las pseudociencias tienen respuestas sencillas, mientras que la ciencia suele plantear más preguntas o señalar a un conjunto de factores en circunstancias poco intuitivas como la causa de los hechos observables.
Ahí va un ejemplo: los fuegos fatuos de los cementerios fueron consideradas las almas de los cuerpos que abandonaban el cementerio porque la explicación química resultaba compleja. Era más fácil decir que parte de nosotros subía al cielo. Algo químicamente cierto, claro, pero que llevaba a conclusiones irracionales.

La importancia de la alfabetización científica y la divulgación

Hay muchos métodos para combatir a las pseudociencias, y el conocimiento es una buena herramienta contra ellas. Pero ese conocimiento debe llegar desde distintas vías:
Gobiernos e instituciones educativas tienen que tratar por todos los medios frenar los engaños, especialmente en las aulas donde se forman los profesionales del futuro, así como aumentar el prestigio de los científicos.
Es muy conocido el caso del falso máster de homeopatía que la Universidad de Barcelona retiró en 2017. Aunque finalmente se suprimió, estuvo operativo desde 2004. Nadie más hará este curso en esta universidad, pero los títulos dados a alumnos anteriores no se revocan, haciendo que cientos de personas puedan esgrimir un título falso y nada científico, engañando a la población en el proceso y confundiendo a quienes no disponen de base científica.
Gobiernos e instituciones educativas contra la pseudociencia
Justicia y órganos judiciales han de perseguir las prácticas fraudulentas, algo que apenas ocurre si no hay denuncia. A menudo las técnicas alternativas, o los libros pseudocientíficos, pasan por debajo del radar de las instituciones porque hoy cualquiera puede publicar un libro (autopublicación) que parezca científico pero que no lo sea. De nuevo, engañando a muchas personas.
La alfabetización científica y pensamiento crítico de la población es uno de los más difíciles de todos porque es muy complejo pensar que uno no tiene las respuestas, especialmente si ha sido timado previamente.
Franco Blanco Ramos, en el volumen 22 de Física (revista), comenta que «el pensamiento crítico requiere mucha madurez, y por ello […] es esencial una permanente labor de divulgación y concienciación que actualmente es muy escasa». En este camino avanza la ciencia abierta, que permite democratizar la generación de conocimiento y acercar la ciencia a la gente.
Los divulgadores son hoy día una de las mejores herramientas de comunicación del conocimiento científico, ya que son capaces de bajar a tierra conceptos complicados o difíciles para una población no alfabetizada, haciéndolos comprensibles. Recomendamos leer el post «La ciencia está en la red» sobre decenas de divulgadores y programas gratuitos con los que evitar ser engañados por los charlatanes.
Sin divulgación científica es muy complicado combatir las pseudociencias porque la población no recibe suficiente información como para luchar contra ellas. Además, la mala imagen del proceso científico cuando se habla de los descubrimientos negativos ha de ser revertida, ya que sin fallos no vamos a ningún sitio.
El único modo de plantar cara a la mentira es haciendo uso de pruebas tangibles que echen abajo discursos sesgados orientados a la venta de libros, falsos medicamentos o servicios que poco o nada ayudan a los incautos. Las pseudociencias son el timo de la estampita o del trilero del siglo XXI, y el conocimiento es nuestra única defensa.

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